La mujer en el franquismo

10.05.2023

La mujer en el franquismo

Mujeres cosiendo. Años 60

Índice

1. La imagen de la mujer

2. Acceso a la educación

3. Derecho al voto

4. Acceso al mercado laboral

5. Las "mujeres caídas"

6. Divorcio, aborto y métodos anticonceptivos

7. Aun así…

Publicidad de la Sección Femenina


1. La imagen de la mujer

"Todos los días deberíamos dar gracias a Dios por habernos privado a la mayoría de las mujeres del don de la palabra, porque si lo tuviéramos, quién sabe si caeríamos en la vanidad de exhibirlo en las plazas. Las mujeres nunca descubren nada; les falta el talento creador reservado por Dios para inteligencias varoniles. La vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera simular, o disimular, no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse". Pilar Primo de Rivera, fundadora y dirigente de la Sección Femenina de Falange durante la guerra civil española y durante la dictadura de Franco.

La Sección Femenina fue uno de los principales agentes "educadores" que se encargó de modelar a una mujer que encajase en el modelo social del régimen de Franco. Estas peyorativas declaraciones de su fundadora, nos dan una idea de lo estrecho que resultó ese molde.

Otro referente, en este caso desde los medios de comunicación, que influyó en la conducta de muchas mujeres durante este periodo, fue el Consultorio sentimental de Elena Francis, un programa de radio emitido entre los años 1947 a 1984. Francis pasaba por ser una consejera estableciendo un lazo de complicidad con las mujeres que le contaban sus problemas, pero, en realidad, detrás de Elena Francis estaba el "Instituto de Belleza Francis", que había creado el personaje para publicitar sus productos. Doña Elena era un ser ficticio y las cartas las contestaba un equipo de asesores, entre los que se encontraban un cura y un psicólogo. Sus contestaciones solían adoctrinar con ideología nacional-catolicista a la población femenina, recomendando sumisión.


Clases de tareas del hogar. Sección Femenina

2. Acceso a la educación

Durante la Segunda República, la educación era obligatoria, gratuíta y laica.

Esta situación cambia pues la educación de la mujer bajo el régimen obedecía al papel con el que se les asociaba. De la mujer emancipada en plena igualdad de derechos con el hombre se pasó a una mujer tutelada dependiente que debía obedecer a su ciclo vital como hija, esposa y madre.

Bajo el franquismo, las escuelas volvieron a separar a los niños de las niñas. Se consideraba a la mujer diferente al hombre y esto se justificaba con argumentos que iban desde textos bíblicos hasta la biología.

Con una educación por separado, se fueron formando roles sociales cada vez más separados, en función del sexo. En el caso de las mujeres, apareció la ya mencionada Sección Femenina, encargada de enseñar en todos los centros nuevas asignaturas, como materias de Escuela del Hogar,donde las chicas aprendían a trabajar en su futuro hogar. La Formación Física ponía en forma a las jóvenes buscando una buena preparación para ser madres. Los deportes de competición eran, por el contrario, asunto de chicos. El lema de este sector de la falange era "Mujeres para Dios, para la patria y para el hogar".

El bachillerato no se consideraba apropiado para la mente femenina. De nuevo cito a Pilar Primo de Rivera: "La mujer tiene obligación de saber todo lo que podríamos llamar la parte femenina de la vida; la ciencia doméstica es quizá su bachillerato. Un arquitecto no puede ser bueno si no dibuja bien; un ingeniero, sin el conocimiento de las matemáticas, sería un fracaso; lo mismo sucede con las mujeres: su base fundamental es la casa; guisar, planchar, zurcir, etc."

En la Enseñanza superior o Universitaria, en los años cuarenta es donde se percibe mejor los efectos de la ideología sexista. Se prohibió el acceso de las mujeres a las carreras de Judicatura y Diplomacia. Los estudios más concurridos por las mujeres eran los de Farmacia, Filosofía y Letras, Ciencias de la Educación, Filología y Geografía e Historia. Por otro lado, a los que menos mujeres accedían eran Química, Derecho, Medicina y Veterinaria. Si bien, a partir de los años cincuenta, el número de mujeres que cursan estudios universitarios se incrementará.


3. Derecho al voto

Las mujeres obtuvieron el derecho al voto en España en 1933 como consecuencia de las reformas realizadas durante la Segunda República. Pero perdieron la mayoría de sus derechos cuando Franco llegó al poder en 1939. De hecho, las primeras elecciones nacionales en las que las mujeres pudieron votar tras la guerra civil, no se celebran hasta la llegada de la transición democrática, en el año 1977.

En la dictadura la mayoría de edad de la mujer pasa de ser de 23 años a reducirse a los 21 en 1943. Pero, siempre y cuando la mujer ya no viviese con sus padres; pues en ese caso, la mayoría de edad no se alcanzaba hasta los 25 años. Bajo estas condiciones de edad y estado civil, podían votar en las elecciones municipales.

Las mujeres también podían presentarse a las elecciones, un ejemplo es Dolores Pérez Lapeña que sale concejal en Valladolid en las elecciones de 1963. Pero es un caso aislado. Esta singularidad también ejemplifica la represión de la participación femenina en la política: durante los 40 años de dictadura franquista, sólo llegaron 13 mujeres a las Cortes.


4. Acceso al mercado laboral

El Fuero del Trabajo de 1938 fue una ley fundamental que afectó de manera directa al trabajo de las mujeres. A consecuencia de esta ley, la mujer queda apartada del trabajo en tres aspectos: Se le prohíbe expresamente ejercer trabajos nocturnos, sea cual sea su situación. El Estado será el que regula el trabajo a domicilio. Y, por último, a las mujeres casadas se les prohíbe realizar cualquier tipo de trabajo relacionado con fábricas o talleres, subordinándolas de cierta forma al cuidado de la familia y al trabajo a domicilio.

Mediante esta ley, el franquismo apartó a la mujer casada del trabajo. Dada la ausencia de representación sindical y la dura represión, que acabó con las voces feministas, las mujeres se sentían desprotegidas.

El Fuero del Trabajo fue complementado por una serie de leyes protectoras de la familia, siendo la Ley de Contrato de Trabajo de 1944 la tuvo mayores consecuencias negativas para las mujeres. Esta supuso para las mujeres casadas la necesidad del consentimiento de su marido para poder acceder al mundo laboral y para tener libre disposición de sus bienes: la mujer, sin el consentimiento de su marido, tenía prohibido usar el dinero que conseguía con su trabajo, comprar o administrar bienes, firmar contratos de cualquier tipo e incluso ser testigo en juicios. Se convierte así a la mujer en un ciudadano tutelado.

En el campo, las mujeres no solo se encargaban de su familia, sino que también seguían haciendo todas las tareas agrícolas y ganaderas. A pesar de desempeñar este trabajo, no cobraban por ello ya que se consideraba como una ayuda al marido y tarea necesaria del ama de casa.

En las ciudades, la principal ocupación de las mujeres, ya fuesen solteras o casadas, era el servicio doméstico. Debido a que en los primeros años de la dictadura la escolarización no era obligatoria, se favoreció además el trabajo infantil, que podía ofrecer unos ingresos extra a la familia en estos años de crisis.

Una consecuencia directa de la falta de incentivos para que la mujer pudiese acceder a una profesión liberal, fue que la mayoría no sintiera la necesidad de aumentar su nivel de estudios, por lo que pocas mujeres llegaron a la Universidad.

La situación de la mujer en la España de Franco a partir de 1960 experimentó alguna mejora, tanto social como jurídica, comparada con las dos décadas anteriores. Sin embargo, aún se encontraba en una situación de inferioridad y subordinación respecto al hombre, discriminación que seguirá presente en muchos ámbitos en la sociedad actual.


Cárcel de mujeres durante el franquismo


5. Las "mujeres caídas"

Las prisiones especiales para "mujeres caídas" son las grandes desconocidas de entre las cárceles femeninas que hubo en el franquismo. Estas prisiones estaban destinadas exclusivamente para las mujeres que eran reincidentes en infracciones relacionadas con la prostitución. Durante la posguerra, la prostitución clandestina callejera aumentó enormemente. Para controlar y reprimir esta clase de prostitución se crea, por decreto, un sistema de prisiones especiales con el objetivo de retirar a las prostitutas de las calles y otros espacios públicos y someterlas a un proceso de regeneración y reforma moral y física. Entre 1941 y mediados de los años 60 se habilitaron un total de ocho prisiones especiales, también denominadas reformatorios, en Toledo, Gerona, Tarragona, Santander, Alcalá de Henares, Aranjuez, Valencia y Segovia. Las mujeres que fueron internadas en este tipo de establecimientos no pasaron por ningún proceso judicial e ingresaban sin saber cuándo serían liberadas, pudiendo permanecer encerradas entre seis meses y dos años. Una legislación que dejaba de lado los derechos humanos más elementales.

Manifestación feminista previa a la aprobación de la Ley del Divorcio de 1981


6. Divorcio, aborto y métodos anticonceptivos

Durante la II República se aprueba el matrimonio civil, el divorcio y la despenalización del aborto, lo cual, conllevaba una ruptura con las tradiciones y la influencia de la Iglesia Católica. Estos logros cambian en el momento en que se inicia la represión, pues ni la Iglesia ni la derecha tradicional acepta este atisbo de libertad.

Al terminar la guerra se inician estas contrarreformas. La primera ley de familia en entrar en vigor fue la de la ilegalización a los matrimonios civiles, un año más tarde se deroga la ley de divorcio; y también se imponen leyes como la ley de protección de la natalidad contra el aborto y la propaganda anticonceptista. Detrás de todas estas leyes está la ideología del nacional-catolicismo en la que se apoyó la dictadura, y resulta evidente que su aplicación reprime de forma directa a las mujeres pues son las más perjudicadas por estos recortes de derechos.


Carmen Laforet


7. Aun así…

A pesar del régimen franquista y de que muchas de las mujeres tuvieron que emigrar para poder estudiar y formarse libremente, como es el caso de la matemática María Wonenburger –la investigadora gallega desarrolló toda su carrera en Estados Unidos y Canadá ante la imposibilidad de encontrar un trabajo en una universidad española–, encontramos casos de mujeres que alzan su voz desde España. Muchas de ellas lo hicieron a través de la literatura. Algunos ejemplos son Carmen Laforet (1921-2004), Carmen Martín Gaite (1925-2000), Ana María Matute (1925-2014), Josefina Rodríguez Álvarez –o como es conocida Josefina Aldecoa– (1926-2011), Rosa Regàs (1933-), Maruja Torres (1943-). Pero también en pintura encontramos mujeres que plasmaron su visión, como Amalia Avia (1930-2011) o Isabel Villar (1934-).


Lara Carballal Meseguer, 2ºF


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