EL PEQUEÑO SECRETO DE LAS MÉDULAS

Es conocida por todo el mundo la historia de las medulas, una gran mina de oro donde los romanos trabajaron en profundidad, nunca mejor dicho.

Pero son pocos los que se preguntan cómo obtenían este oro, muchos tiran por la respuesta fácil, y como no, incorrecta, iban con sus herramientas y picaban hasta sacarlo, como los enanitos de Blanca Nieves, pues no. Siento ser yo la que les arruine la historia a los fanáticos de Disney, pero la realidad es más compleja, y más divertida, que la ficción, y eso los romanos lo sabían de sobra.

Os va a sonar un poco descabellado si os digo que hacían de las cuevas acuarios, porque diréis, ¿cómo es posible que llenen una montaña de agua? Pues sí, los romanos lo hacían, eran especialistas en dejarnos con la boca abierta, supongo que tendrían demasiado afán de protagonismo y no podían resistirse a no ser recordados por los siglos de los siglos.

A pesar de que suene imposible, este imperio tenía un doctorado en ingeniería de minas y lo que a día de hoy nos parece una ilusión , ellos lo hicieron realidad, nada más y nada menos que crear unas galerías dentro de la montaña y un depósito de agua encima d esta , que daba a las galerías, una vez lleno abrían las puertas y el agua explotaba con toda su intensidad entre ellas, haciendo que el metal, la arena y el barro llegasen sanos y salvos , a través del agua , en canales , a donde los ingenieros ya tendrían unas ramas, con finalidad de coladores para q pasase el agua y no la masa, listas para recoger esta mezcla , la cuales, más tarde quemarían , y como estos chicos eran tan listos, sabían que para quemar el oro necesitaban más calor que el de quemar una rama o arena, así que, confiados calcinaban las ramas , a las cuales solo les quedaría el oro ya que la arena y las ramas si se quemarían.

Y así amigos y amigas sería como durante siglos todo un imperio se enriquecería.

Es por ello natural que se le considere Patrimonio de la Humanidad, a pesar de que Alemania, Tailandia y Finlandia, se opusieran, ya que la consideran aborrecedora para el paisaje, lo que algunos catalogan como envidia, por no ser ellos dueños de esta magnífica hazaña.