EL MITO DE SANTIAGO

17.11.2022

Cuesta encontrar en la historia de España un falso mito más repetido y evidente que el de la tumba de Santiago el Mayor. Alrededor de tan obvia invención, durante siglos, se ha construido una tradición, una identidad, una ciudad... Pero este artículo no trata de las consecuencias, si no del mito en sí, de la historia que lo comenzó todo.



Todo se sitúa en el primer tercio del siglo IX. Son los primeros años del reino astur, cuando la capital cambia de Covadonga a Oviedo.

Un ermitaño cristiano de nombre Paio (o Pelayo) dice ver unas extrañas luces, algo así como unas estrellas fugaces, sobre un monte deshabitado. Paio convence a Teodomiro, obispo de Iria Flavia, el principal municipio de la zona, para que le acompañe de expedición al misterioso monte iluminado. Allí, encuentran una tumba con tres cadáveres, uno de ellos degollado, con la cabeza bajo el brazo. Gracias a la divina señal estelar dan por probado que los muertos son el apóstol san Jacobo (también conocido como san Iago, san Yago, san Diego o san Jaime; o lo que es lo mismo: Santiago) junto a dos de sus discípulos.

Ante tal descubrimiento, piden al rey Alfonso II el Casto que financie una pequeña iglesia sobre la magna reliquia. El rey fue generoso y financió la construcción de la iglesia que le pedían los gallegos, que acabaría convertida en la catedral de Santiago de Compostela, uno de los mayores centros de peregrinación de la cristiandad.

Volviendo al monte iluminado. ¿Qué les hace pensar que el cadáver corresponde al apóstol fallecido ochocientos años antes y a unos cuatro mil kilómetros de distancia? Pues todo se puede explicar con otra leyenda. Desde el siglo VI circulaba por Europa el mito de que Santiago había viajado por la Hispania romana trayendo el Evangelio. El origen esta en una frase de un texto bizantino: "Jacobo, que se interpreta Suplantador, hijo de Zebedeo, hermano de Juan, predicó en España y lugares de Occidente; murió por la espada bajo Herodes y fue sepultado en Acaya Marmárica el 25 de julio". Sin embargo, la noticia de la evangelización hispana de Santiago no llega a la propia península hasta un siglo después de la traducción bizantina, hasta el VII.

Tras la invasión musulmana, con los cristianos de la Península mucho más necesitados de milagros, la leyenda de los viajes hispanos se hace tan popular que Santiago asciende a la categoría de patrón de Hispania. Pocos años después de ser nombrado patrón, aparece su tumba justo en el pequeño rincón de la Península que controlaban los cristianos. Para entonces, los detalles de la evangelización hispana de Santiago ya eran mucho más profusos. Según una de las versiones, Santiago había desembarcado de su viaje a través del Mediterráneo por Galicia, después de cruzar las columnas de Hércules y bordear la costa atlántica, llevando la palabra del dios verdadero de norte a sur de la Península. Estudios actuales demuestran que no, que el cristianismo llegó en el siglo II a través de las provincias romanas de África y, además, lo hizo en la dirección inversa: de sur a norte. Galicia, de hecho, fue de las últimas zonas cristianizadas.

Pero la mayor contradicción con el descubrimiento de Paio y el obispo Teodomiro está en la propia Biblia. Según se narra en el quinto libro del Nuevo Testamento, el titulado como Hechos de los apóstoles (uno de los de mayor consistencia histórica), Santiago murió en Jerusalén en el año 44. Fue decapitado por orden de Herodes; es uno de los primeros mártires cristianos. Para salvar este pequeño inconveniente, alguien inventa un mito posterior al del descubrimiento de la tumba: que el cadáver fue trasladado tras su muerte.

Se cuenta que Santiago hizo varios discípulos en sus viajes, dos de esos discípulos estaban con él cuando fue degollado en Jerusalén, robaron el cadáver y se lo llevaron de vuelta hasta Galicia. Ahí lo enterraron en secreto y no se sabe muy bien cómo, los dos enterradores también acabaron con sus huesos en la tumba.

La leyenda milagrosa, por si no fuese ya un relato lo suficientemente inverosímil, explica también que los discípulos y el santo muerto hicieron el viaje de vuelta en un "barco de piedra", que navegó desde la costa del actual Israel hasta la gallega ría de Arousa guiado por los ángeles. Ese barco de piedra flotante (un mito de origen céltico) engarza con el Acaya Marmárica del que habla el texto bizantino, que en realidad significa que Santiago fue enterrado en Marmárica (una región africana entre Libia y Egipto, que también aparece en la Biblia como el lugar del sepulcro del apóstol), pero que interesadamente se traduce como "arca marmárica": el arca de piedra.

Otra versión moderna, medio metro más plausible, dice que esa pétrea embarcación era en realidad un barco que transportaba piedra; aunque no está muy claro qué necesidad había en la ría de Arousa de piedras de Oriente Medio.

Así es como durante años se ha explicado la peregrinación a la ciudad de Santiago de Compostela que desde hace cientos de años atrae a millones de creyentes y no creyentes a la catedral, haciendo que no se entienda ni Castilla ni la Península sin el Camino de Santiago, sin la ruta de peregrinación y los tremendos cambios sociales, económicos y políticos que provoca la fe ciega en la reliquia. 


Raquel Pena López 2 BACH, B.

© 2022 Blog de historias. Alumnos do IES Adormideras curso 21-22
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