El Escorial

19.01.2023
Noa Ramallo Souto

 

REAL MONASTERIO DE SAN LORENZO DEL ESCORIAL


El Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es un complejo arquitectónico que incluye un palacio real, una basílica, un panteón, una biblioteca, un colegio y un monasterio. Se encuentra en la localidad española de San Lorenzo de El Escorial, en la Comunidad de Madrid, y fue edificado en el siglo XVI para conmemorar la victoria en la batalla de San Quintín, una batalla entablada en el marco de las guerras italianas entre las tropas del Imperio español y el ejército francés de Enrique II, que tuvo lugar el 10 de agosto de 1557, con una victoria decisiva para el reino de España. Tras haber sido invadido en 1556 el reino de Nápoles por las tropas francesas del duque de Guisa, Felipe II ordenó a las tropas imperiales (que se encontraban en los Países Bajos) invadir Francia.

El Monasterio fue ideado en la segunda mitad del siglo XVI por el rey Felipe II y su arquitecto Juan Bautista de Toledo, aunque posteriormente intervinieron Juan de Herrera, Juan de Minjares, Giovanni Battista Castello y Francisco de Mora. Se consideró, desde finales del siglo XVI, la Octava Maravilla del Mundo, tanto por su tamaño y complejidad funcional como por su enorme valor simbólico; el 2 de noviembre de 1984, la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad y actualmente es una de las principales atracciones turísticas de la Comunidad de Madrid. Su arquitectura marcó el paso del plateresco renacentista al clasicismo desornamentado y plasma a la perfección las ideas y la voluntad de su impulsor, el rey Felipe II, el príncipe renacentista.

Su origen se da cuando en 1558 el emperador Carlos I muere, cambiando en su testamento su deseo de ser enterrado en Granada por la petición a su hijo de crear un edificio para su tumba, en un lugar diferente al sepulcro familiar y enterrarse así junto con su esposa Isabel de Portugal. Así, Felipe II, interesado en darle a Dios una casa donde alabarle y agradecerle su intervención en San Quintín, inició la búsqueda junto con expertos de diversas profesiones el emplazamiento más idóneo para la construcción en la sierra de Guadarrama, el centro geográfico de la Península Ibérica.

Al año siguiente, el 15 de julio el rey nombró arquitecto real a Juan Bautista de Toledo y le encomendó la dirección de todas las obras de la Corona. En noviembre se elige el emplazamiento actual, a apenas 50 kilómetros de Madrid, ya que el paraje disponía de abundante caza, leña, aire, aguas de buena calidad y canteras de granito y pizarra en las proximidades.

En 1561 se le encomendó a los monjes jerónimos, ya que tradicionalmente, la monarquía hispánica había estado muy vinculada a esta Orden religiosa. Seis años después, Felipe II firmó el 22 de abril la Carta de Fundación y Dotación y pocos días después, muere Juan Bautista de Toledo. De esta manera, el proyecto quedaba en manos de Giovanni Battista Castello y poco después, sería Juan de Herrera, quien asumiría la reorganización del proyecto. Finalmente, el 13 de septiembre de 1584 se dieron por finalizadas oficialmente las obras, bajo la dirección de Francisco de Mora. En 1885, el rey Alfonso XII hace entrega del monasterio a la Orden de San Agustín, quienes viven en el monasterio hasta la actualidad.

El resultado final guarda los tres dominios que Felipe II había aprendido a amar en su juventud en Valladolid, Milán y Bruselas: la planta rectangular con sus cuatro torres en las esquinas, la arquitectura clásica italiana en la basílica y las portadas, y los típicos tejados apizarrados flamencos, elaborados en este caso utilizando pizarra de las canteras de Segovia.

El Monasterio de El Escorial fue un importantísimo símbolo del salto entre una España medieval y otra moderna, y gracias a su arquitectura, el mejor ejemplo del Renacimiento español. Destaca por la potencia de su imagen, la sabia composición de su complejo programa funcional, el rigor arquitectónico de cada una de sus partes, la elegancia de la articulación arquitectónica entre las distintas piezas, la cuidada perfección de sus proporciones y sus ricos valores simbólicos. Una asombrosa edificación con una impresionante unidad de estilo, siendo posible realizarla en el reducido plazo para entonces de veintiún años.



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