El "Cabo Machichaco"

14.03.2023

Construido en 1882 en la ciudad inglesa de Newcastle, en el astillero Schlesinger,Davis y Compañía, el vapor fue bautizado con el nombre de Benisaf.

Era majestuoso, con un pesado casco de hierro, y de grandes dimensiones: más de 78 metros de largo y 10 metros de ancho, y, sobre todo, muy rápido, ya que podía alcanzar una velocidad de ocho nudos (aproximadamente 2 km/h).

Tres años más tarde, el buque fue adquirido por la compañía Ybarra, que lo comprópor 49.500 libras junto con otros tres barcos. Estos dueños le cambiaron el nombrepor Cabo Machichaco.

La función de esta nueva flota era la del transporte de mercancías entre Bilbao ySevilla, con escala en el puerto de Santander. De este modo, el 24 de octubre de1893 el Cabo Machichaco partió del puerto de Bilbao rumbo a Santander, dondellegó tras una travesía de aproximadamente seis horas.Llevaba 1.616 toneladas de carga, repartidas entre barras de hierro, lingotes, cubosde hierro,etc. Así como grandes cantidades de harina, vino, papel, tabaco…. y lo más peligroso: 12 toneladas de ácido sulfúrico en toneles de vidrio y 1.720 cajas de dinamita, cuyo peso se estima en unas 43 toneladas.

El destino de la carga era Santander, Sevilla y Cartagena. Oficialmente, existía un reglamento según el cual un barco que transportara material explosivo debía declararlo ante las autoridades, pero, en este caso, parece ser que no se hizo, y, en todo caso, era inevitable que las maniobras de carga y descarga se llevaran a cabo en el fondeadero de La Magdalena o al final de los muelles de Maliaño.

Lo que sí se respetó escrupulosamente fue la norma de que había que someter a cuarentena de 10 días a los barcos que llegaran a Santander, ya que había unaepidemia de cólera en Bilbao.

Al cumplirse esos diez días, el Cabo Machichaco sedisponía a poner rumbo al sur de España, pero el plan preestablecido no pudollevarse a cabo.Y es que el 3 de noviembre de 1893, hacia la una y media de la tarde, las autoridades locales recibieron la noticia de que se había declarado un incendio abordo del navío.

 Una de las bombonas de vidrio, llena de ácido sulfúrico, habíaexplotado en cubierta y el incendio no tardó en propagarse a la proa.

Los esfuerzos para sofocar el incendio fueron inútiles:el barco apenas disponía de medios para su extinción y tampoco los bomberos locales eran muy numerosos. Enseguida seprestaron a ofrecer ayuda los barcos que había en el puerto.

El número de víctimas que arrastró el suceso fue difícil de digerir para la sociedad española de la época. Hubo 590 muertos y unos 2.000 heridos, unas cifras aún más apocalípticas si consideramos que a finales del siglo XIX había censadas en Santander unas 50.000 personas.

La explosión que siguió al incendio fue de tal intensidad que se encontraron fragmentos de hierro y otros materiales a varios kilómetros de distancia del lugar.

En cuanto a los edificios derruidos se contaron nada menos que sesenta.

Una de las víctimas de mayor relevancia pública fue el propio gobernador civil, Somoza, que se encontraba en las inmediaciones del lugar junto con todos aquellos que subieron al barco para sofocar el fuego, incluidos los tripulantes y el capitán del Alfonso XIII(que tan generosamente habían ofrecido su ayuda).

Meses después del suceso, se iniciaron las labores de recuperación de parte de la dinamita hundida, que no había explotado. Y el 21 de marzo de 1894 otros 15 operarios murieron a consecuencia de estos trabajos de extracción.Uno de los testimonios de primera mano de esta tragedia sin precedentes lo ofreció la ciudadana británica Ellen Lawrenson, quien escribió una carta a sus parientes de Liverpool en la que relataba los hechos: "Todo fue destrucción en la vecindad inmediata. El fatídico barco estaba amarrado en el segundo muelle, justo a 40 metros de mi puerta, lo que supuso que tanto cadáveres como moribundos llegarana mi negocio".

Una sentencia del Tribunal Supremo de 1900 ignoraba el origen exacto del incendio, aunque la versión más extendida es, como he apuntado, que explotara una de las bombonas de ácido sulfúrico

Nuria Sánchez, Naiara López, Lucía Buendía y Noelia Prado, 2º Bach A

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